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Entre ola y ola hay un latido de vida.

La vida son olas. Aceptar esto, es imprescindible para vivir con conciencia.

La Voluntad orientada nos permite no zozobrar.

Pensamos que estamos jugando hasta que la vida nos zarandea de forma cruel y entonces miramos hacia arriba con los ojos llenos de lágrimas preguntando al ‘Buen Señor’ ¿Por qué a mí?


Creemos que nunca nos alcanzará la fuerza del Despertar, porque después de todo nos hacemos creer que cuando eso suceda será dulce y placentero como todas nuestras ilusiones adolescentes.


Más tarde o más temprano el Despertar se sucederá en nosotros y esto ocasionará que la torre construida sobre arenas movedizas se desmonte como un castillo de naipes soplada por el viento.


Cuando estábamos dormitando junto a rutinas desenfadadas y sueños tibios, de pronto se configuran unos nubarrones que no sabemos de dónde surgieron y una horrenda tormenta se cierne sobre nuestra cotidianidad.


El rigor de estas tormentas forma parte del despertar. Pero no podíamos creer que eso también nos pasaría a nosotros. 


Nuestro deambular como ebrias marionetas de una personalidad sujeta a nuestros caprichos de supervivencia se termina de repente. Un estallido de mugre y suciedad pegajosa nos salpica desagradablemente y entonces nos preguntamos por qué no nos habíamos preparado cuando teníamos tiempo.


Entonces diremos que ‘el oponente’ nos ha atacado. Que alguien nos ha echado una maldición o que ‘dios’ está enfadado con nosotros.


Teníamos tiempo. Las señales de cada estación se marcaban en nuestra carne y en nuestra psique. Pero nuestro tiempo no era nuestro. Lo ofrecimos indolentemente al hipnotizador de turno para distraernos de nuestra Realización.


Estamos enarbolando la bandera de la procrastinación constantemente  sin apercibirnos cómo este procedimiento habitual nos imprime surcos terribles dentro de la mente de cada uno.


Y estos errores comunes en los seres humanos se dan demasiado habitualmente. No hay fuerza ni voluntad en el interior y nada se puede hacer contra las fuerzas que se ciernen sobre nosotros. 


No hay guerrero, no hay sabio, no hay maestro que despunte sobre la tormenta, sólo el rechinar de dientes, los gemidos de nuestra debilidad e incompetencia se oyen entre la arenisca y la lluvia helada y brutal que nos taladra como agujas en medio del ciclón.


Somos arrastrados por esta gran fuerza junto a objetos cotidianos, pensamientos banales y emociones pueriles. A nuestro lado vuelan ilusiones vacías y fundamentos inútiles repletos de esperanzas inconclusas y descabelladas cuando son sometidas a este proceso.


Por cuanto no somos ni fríos ni calientes, somos vomitados de ‘Su Boca’. Este es el fruto de la tibieza. A nadie le gusta formar parte de un acto vomitivo, pero sin el condimento apropiado y cocinada adecuadamente, la comida es tan vacía que aún teniendo hambre no la desearíamos.


Sin embargo, los errores forman parte de la vida. Es prácticamente imposible aprender a tocar el piano con destreza sin cometer miles de errores, aun millones de ellos. 


Para aprender un idioma extranjero, uno debe sufrir la vergüenza de cometer miles de errores, puede que hasta un millón. Ni siquiera los mejores atletas del mundo dejan de cometer errores.


Recordemos esta frase: “El éxito no consiste en la ausencia del fracaso, sino en ir de fracaso en fracaso sin eliminar el entusiasmo”.


Sería absurdo que un médico se quejara de que en su hospital sólo van enfermos o en una Escuela, el profesor se lamentara de que los alumnos son ignorantes de lo que se les enseña.


Pero igualmente absurdo sería que si un enfermo va al médico, no siguiera las directrices de éste para curarse. O de igual manera, si un alumno va a la Escuela a aprender y se dedica principalmente a perder el tiempo y distraer su atención y la de los demás después de reiteradas veces de ser amonestado por su actitud y su falta de implicación.


Cuando Thomas Edison inventó la bombilla, se dice que afirmó: “No fracasé mil veces. La bombilla fue un invento en mil pasos”. 


Charles F. Kettering llamaba a los fracasos “las señales hacia el camino del éxito”. Con suerte, cada error que cometemos se convierte en una lección de sabiduría, transformando los obstáculos en peldaños.


Pero un error no es una excusa de la tibieza.


Puedo equivocarme en la acción, pero no, cuando no lo intento, cuando no lo hago, ni me pongo a ‘ello’ para que el ‘logro’ sea bendecido a través del ‘error’ sanador.


La fe inquebrantable de los que lograron su objetivo y su enfoque pulsante en él, sea cual fuere éste, les ayudó a ir de fracaso en fracaso hasta conseguir por fin el preciado galardón. La historia nos muestra como ‘los grandes’, antes de serlo, fracasaron muchas veces. 


Se dice que Moisés lo intentó diez veces antes de que finalmente lograra huir de Egipto con los israelitas.


Podríamos preguntarnos por qué si los grandes maestros y sabios estaban orientados con su Voluntad hacia su Realización, ¿por qué no intervino Dios ni les ayudó a lograr el éxito en el primer intento? ¿Por qué les permitió que tropezaran y fracasaran, y que a nosotros nos pase lo mismo, en nuestros intentos por tener éxito? Entre las muchas respuestas importantes a esta pregunta, aquí hay algunas:


• Todo lo que nos sucede servirá de experiencia, y formará parte de nuestra Realización.


• Aquello que nos produce dolor no es necesariamente negativo, puede ser el paso  a un nuevo nivel de conciencia y nos permitirá apreciar lo bueno.


• La lucha no es hacia afuera, el oponente no está en el exterior, él opera desde dentro como un agregado psicológico y se introduce agradable y dulcemente, por eso es tan difícil de distinguir.


• Sólo nos podemos templar, refinar y perfeccionar por medio del contraste, la combustión a través del fuego, el agua y el aire para que el plomo devenga como un metal noble como el oro. La Alquimia se sucede a través de las diferentes etapas en el Athanor del Maestro. 


De modo que, en una vida llena de obstáculos e imperfección, todos agradecemos las segundas oportunidades.


Comentaba un señalado científico acerca de su período de estudios que como estudiante de primer año se inscribió en un curso básico sobre los fundamentos de la física impartido por un destacado profesor. 


Al final de cada unidad del curso les hacía un examen. Si un alumno obtenía una nota suficiente para aprobar y deseaba mejorarla, el profesor le permitía tomar un examen modificado que abarcaba el mismo material. 


Si el alumno o la alumna mejoraba su calificación en el segundo intento, pero seguía sin estar conforme, podía tomar el examen una tercera vez, y una cuarta hasta considerar que ya estaba realizado en la materia de este examen. 


Al darles tantas oportunidades, les ayudó a sobresalir y al final obtener una nota sobresaliente en su clase.


Era un profesor extraordinariamente sabio que inspiraba a sus alumnos a seguir intentándolo, a tomarse el fracaso como un maestro, no como una tragedia, y a no temer al fracaso sino a aprender de él.


Pero el alumno tenía que intentarlo una y otra vez sin cesar en su empeño y en la voluntad orientada hacia su objetivo.


¿Por qué este profesor estuvo dispuesto a permitir que los alumnos hicieran intentos ilimitados para mejorar sus calificaciones? 


Creía en ellos como en él mismo. Si él tenía esta fuerza y estas oportunidades, ellos también las tendrían.


A veces nos creemos algo por alcanzar alguna meta, pero ‘ni el que riega es algo ni el que planta, sólo Aquél que da el crecimiento’. 


Por tanto, no nos orgullezcamos de lo que hacemos ni nos culpemos de lo que hagamos mal, enfrentémonos al hecho de que no hacemos suficiente porque, sobre todo, nuestra voluntad no está todavía, bien orientada.


Se nos permite realizar nuestros exámenes una vez tras otra. Llegar a encarnar al Maestro requerirá incontables ‘segundas oportunidades’ en nuestras luchas diarias, como controlar o moderar nuestros deseos, aprender la paciencia y el perdón, vencer la mente de queja, la pereza, la omisión, la procrastinación y la tibieza solo para mencionar algunos. 


Si errar es humano, ¿cuántas veces fracasaremos hasta que nuestra naturaleza humana se realice y se vuelva hacia lo divino que hay en cada uno?


Ser resilientes y surfear en medio de las pruebas de la vida, es un arte propio de los atletas del espíritu. Caer es natural, levantarse de nuevo es el Camino del héroe. Pero no intentarlo, es morir en el desierto.


Nuestra ‘Voluntad orientada’ a través del Observador, el Maestro y el Caminante nos permite y nos habilita para ir de fracaso en fracaso sin perder nunca el entusiasmo. 


Nuestra ‘Voluntad orientada’ no es el plan B por si fallamos. Nuestra ‘Voluntad orientada’ es la Brújula, el Timón y el ‘Diario de Bitácora’ de nuestro barco en medio de la tormenta. La Realización Humana y Solar es “un Estudio para toda la vida”.


En este Estudio para toda la vida, somos consolados y aliviados del rigor de la tormenta mientras avanzamos de fracaso en fracaso a lo largo del sendero porque la Compasión y la Fuerza luminosa es el néctar que surge del manantial de la Fuente cuando nos orientamos hacia Ella.


La verdadera intención implica verdadero esfuerzo y un cambio real. Un cambio que se efectúa en el corazón y en el modo de pensar, lo cual significa adoptar una nueva actitud que conduce al progreso espiritual. 


Así pues, nuestro éxito no consiste en ir de fracaso en fracaso, sino en progresar de fracaso en fracaso sin perder nunca el entusiasmo.


Esta ‘infelicidad constante’ producirá el estímulo de desear avanzar. Y al avanzar, por causa de nuestro motor encendido, correctamente orientados, nos producirá una sensación de felicidad maravillosa.


El poder interno se perfecciona en la debilidad y el error.  


Cuando nos sentimos vulnerables o hemos fallado y lo aceptamos, nuestra Presencia se intensifica, porque en este momento precisamos orientar nuestra voluntad correctamente y alinearnos con nuestras fuerzas internas para lograr un mejor resultado que lo logrado hasta el momento.


Cuando creemos que no podemos más y hemos llegado a un límite, si nos orientamos en la dirección correcta, las olas no embisten contra nuestro barco, si no que nos permiten surfear sobre ellas. Es lo que, en otras palabras diríamos que los ‘Aliados internos se han puesto a nuestro favor’. 


Solo mediante la fotografía secuencial o las gráficas de crecimiento podemos percatarnos de nuestro crecimiento físico. Nuestro crecimiento espiritual suele ser igualmente imperceptible si no es a través de las lentes retrospectivas del tiempo y de cómo se reproducen mejorados en cada ocasión, nuestros actos de voluntad y de unidad interna.  


La gratitud y el gozo interior es el fruto de la Conciencia profundamente observada sobre el Camino. 


Cuando uno se halla en la cúspide, arriba en la cumbre o ha llegado a su destino, sólo hay lágrimas de felicidad por todas las etapas atravesadas, por todos los percances superados, por todas las realizaciones que se dieron por causa de tantos obstáculos. 


Como dirían los indios en una película de vaqueros al estilo John Waine: ‘Hoy es una gran día para morir’ y yo le añadiría: Renazcamos mejorados. El ‘oponente’ nos ha ayudado a ello. 


 


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