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La Kaaba. El CUBO y el Círculo que gira a su alrededor.

LOS LÍMITES COMO EXPANSIÓN DE CONCIENCIA

Los límites no son cárceles. Son detonadores de la Conciencia, resonadores y reveladores de la Esencia.

                      EXPLORANDO EL DESEO


Tiempo de verano donde cada uno, si no trabaja y las circunstancias lo permiten, busca descansar y disfrutar de todo lo que desea en vacaciones.


El deseo en esta sociedad del ‘bienestar’ es nuestro caballo de Troya a partir del cual, durante todo el año, nos convertimos en sumisos adoradores de cualquier cosa que podamos imaginar. 


Anuncios de publicidad nos venden fantasías y nos hacen consumidores adictivos de la comodidad y de todo lo que más se acerque a nuestros apetitos más insaciables.


Pero ¿Cuál es el sentido del deseo?

Deseamos y no sabemos cuál es la fuente del deseo. A muchos ni les importa. Sólo se permiten dejarse llevar por la fuerza del deseo.


En la Kaaba, los peregrinos dan vueltas constantemente alrededor de una estructura en forma de cubo. 


Resulta intrigante paras los que desconocen el motivo. Incluso puede que les resulte una locura, sin embargo les mueve un fuerte deseo espiritual entorno a una estructura tan simple como un cubo con una piedra en su interior.

¿Y si a partir de ahora se nos permitiera poder realizar todos nuestros deseos fueran cuales fueran su naturaleza?


Siempre me pregunté por qué cuando en el cuento de Aladino, el genio le concede a éste sólo tres deseos, el primero de ellos no fue: ‘Que se me puedan conceder todos los deseos que quiera’. Los otros dos serían ya innecesarios.


Os invito a que investiguéis en la naturaleza oculta del cuento de Aladino y la lámpara maravillosa, ya que muestra una realidad que habita en nosotros y ésta es muy significativa en cuanto a nuestra vida sujeta a nuestros deseos.


Si el deseo tuviera una razón de ser, no debería estar sujeta a una voluptuosidad sin límites.

Nuestra propia mente, que es la productora de cualquier deseo, no está aún domesticada ni comprendida en profundidad.


Esta mente tendría, como la tiene ya, una influencia demasiado poderosa para agitar nuestra vida conforme a lo que deseamos, así que ¿Cómo podríamos hacer de nuestra existencia algo armonioso, si estamos siempre agitados?


Todo deseo tiene un origen que parte de una aparente necesidad y un objetivo para paliar la incomodidad, sufrimiento o desequilibrio que en este origen acusábamos.


 Deseamos la luz cuando estamos a oscuras y la oscuridad cuando estamos cegados por la luz. 


Esta es la naturaleza misma de nuestra mente.

Mientras algunos apuntan a la necesidad de alejarse de la materia para fundirse en la Luz de la espiritualidad, otros consideramos que la materia misma es el último reducto donde se asienta la espiritualidad y lo que hemos de hacer es descubrir la luz en ella o hacer descender la luz sobre nuestros actos cotidianos.


Mientras en Oriente nos indican que la forma de elevarse es trascender los deseos, en Occidente se hace hincapié en el apego a éstos y en que todos los deseos son materiales. Queremos coches, casas, joyas, viajes, dinero y esto determina el éxito de un individuo.


Es una locura, porque ni todos los deseos son apegos para trascender ni todos los deseos son materiales. Cualquier persona puede estar sujeta consciente o inconscientemente en uno de estos dos extremos. 


La gran mayoría de los deseos no son materiales. Se tapan con materia, pero no lo son. Pertenecen al terreno del alma.


Una persona que tiene cincuenta pares de zapatos, en lugar de dos o tres, está siendo consumida por el producto y no al revés.


La búsqueda de lo material y la comodidad que anhelamos, nunca ha saciado al ser humano ni nos ha dado la respuesta a nuestros sufrimientos. 


Aparentemente tenemos una mayor calidad de vida, pero aunque ha redundado en tener cada vez más tiempo disponible y se ha generado una ‘sociedad de bienestar’,  hay un vacío existencial cada vez mayor.


El escepticismo es la bandera de la gran mayoría y aunque se sigue buscando una respuesta, el lugar donde enfocamos nuestra atención no nos da el asentamiento que necesitamos.


Hemos logrado que la Inteligencia Artificial realice cosas que nosotros nos sentiríamos incapaces de hacer por nosotros mismos. 


Máquinas y robots en todos los campos sustituyen la mano de obra humana y aparentemente son un gran avance para la humanidad. Ya no hay vuelta atrás. Y además hemos de continuar avanzando a pesar de que lo logrado nos aleje de la esencia y de un equilibrio correcto.


Si por ejemplo, alguien en generaciones anteriores, no tenía nevera, tenía que emplear su tiempo en salar la comida para que no se estropease. Lavar la ropa era algo que tenía que hacerse a mano y se precisaba de un tiempo para eso.


En tiempos pretéritos, la vida creaba seres endurecidos que debían enfrentarse a unas circunstancias muy diferentes a las que tenemos hoy en día. No quiero decir que ahora no haya situaciones duras para mucha gente, pero sabemos que actualmente, nuestro hábitat nos permite unas comodidades en gran parte del mundo que antes no tenían nuestros congéneres, ni siquiera los reyes podían disponer de las comodidades que ahora tenemos la gente común.


Mientras algunos se ha dejado llevar por la efervescencia y el desenfreno constante del deseo, otros, por el contrario, sujetos a estereotipos de limitación y disciplina no se permiten la más mínima alteración de una agenda totalmente rígida, cuadriculada, fría, inflexible y exenta de sonrisas, placer, musicalidad o color.


¿Cuál es nuestro punto de inflexión?


¿Dónde está el detonante o nuestra causa extrema para el retorno a nosotros mismos?


¿Es necesario llegar a este punto de presión para cambiar?



Si nuestro deseo para satisfacer nuestros apetitos nos lleva a una oscuridad no deseada, ¿tenemos suficiente voluntad para rechazar este primer deseo?

En Aikido explicamos los términos del SEN NO SEN, AI NO SEN Y GO NO SEN. 


Respectivamente, definen nuestra actuación en el combate antes de que el adversario efectúe su primer movimiento, al mismo tiempo que él o después de que éste ya ha realizado su ataque.


Actuar con los deseos es exactamente igual.


La forma de atacar a este adversario es cambiar la plataforma donde nos encontramos en el momento que éste empieza a aparecer.


La plataforma del deseo es habitada siempre por la polaridad. Todo deseo tiene su sombra. 


A este oponente se le quita la fuerza cuando somos capaces de elevarnos en un punto de enfoque más elevado. Luego, la voluntad tiene que hacer el resto.

Cuando a una persona con adicción se le expone su situación y para ayudarla se le sugiere un tratamiento médico, la frase más reiterativa que surge de su boca si no es para negar que están sujetos a una adicción, es: YO CONTROLO.


Y aún siendo totalmente falso para todos, la persona en cuestión, seguirá afirmando y creyendo en esta afirmación. En la mayoría de los casos no logran salir de su adicción. 


El DESEO produce adicción.


La adicción es la reiterativa fijación de nuestra mente en la satisfacción que nos da un deseo determinado. 


Cuando la proporción de lo que usábamos para satisfacernos no nos da bastante placer, buscamos una proporción mayor y así nos esclavizamos en una esclavitud sin objeto, ya que al final nuestra mente se halla sumergida en un bucle oscuro donde no hay placer, si no sufrimiento absoluto.


Podemos estar en la fuente del placer y sin darnos cuenta traspasar un umbral importante. 


Este umbral nos lleva encadenados al sufrimiento. Por esto hay tanta actividad a nivel sexual donde mucha gente relaciona placer y dolor al mismo tiempo. 


¿Será que el placer y el sufrimiento son sólo transitorias experiencias de nuestra mente en la búsqueda del equilibrio y no son metas en sí mismas?

NO existe el equilibrio perfecto. Un maestro con el que estuve hace tiempo acostumbraba a decir que el equilibrio perfecto sólo se puede dar cuando estás muerto. 


Existe el deambular o vibrar de un lado a otro de la línea central a partir del exceso o la deficiencia, del lleno o el vacío. Del inspirar o el espirar.


Como el émbolo de un motor o de una maquinaria sofisticada, su movimiento de un lado a otro es lo que mantiene la máquina en funcionamiento.


Demasiada presión o una presión defectuosa impedirán que este organismo en la vida cumpla el propósito para el que estuvo diseñada.


Este organismo es de tecnología de última generación. Un ordenador creado para este tiempo.


Difícilmente podemos creer que se inventara esta tecnología para jugar a videojuegos simplemente. ¿No?


Igualmente nuestro organismo dentro de la vida tiene un propósito y un templado correcto para que no se desajuste el delicado entramado de su interior. El tiempo y el espacio son su campo de juego.  


La tecnología nos ha servido para tener mucho tiempo disponible. Lo que sucede es que con todo este tiempo disponible no sabemos en qué ocuparlo para que nos dé la verdadera satisfacción.


Usamos de muchos sucedáneos para enmascarar el vacío y la insatisfacción que nos rodea, pero ninguno cumple la función de llenarnos.


Somos las generaciones que tenemos más tiempo disponible pero con un gran vacío existencial. Ya que éste es el resultado de tener tanto tiempo disponible.

A los niños de ahora no se les permite disponer de su tiempo para desarrollar lo creativo a partir del aburrimiento. Los llenamos de ocupaciones variopintas,  hasta el punto de hacerlos adictos a una actividad frenética sin tiempo propio. 


En el caso contrario, su tiempo es utilizado en una inmersión total en el móvil, la televisión, juegos y divertimentos vacíos. 


Los adultos procesamos el tiempo de la misma manera. Inmersos en el trabajo o en miles de ocupaciones que nos distraen de nuestra profundidad esencial o por el otro lado, si tenemos un tiempo indefinido vacío y carente de propósito, caemos en la turbulencia de nuestra mente caótica y a un precipicio de absurdidades sujetas a nuestras adicciones creadas por nuestros deseos inconscientes.


En las vacaciones, hacemos turismo al exterior y olvidamos nuestro viaje interior. Creamos muchas relaciones superficiales, pero la relación verdadera con nuestro ser interno no existe porque está olvidada y nosotros distraídos.

Estamos suficientemente distraídos en el exterior con todo lo que brilla en la oscuridad, aunque sean trozos de plástico.


Nuestros ancestros lucharon arduamente para que nosotros pudiésemos disponer de este tiempo libre para poder sentir la vida en plenitud. Tal vez sea cierto que sólo lucharon por ellos mismos y no para que generaciones futuras pudieran gozar de una mejor perspectiva y calidad de vida.


Sea como fuere, el legado que nos tocó es con lo que ahora hemos de hacer frente a todo lo que percibimos como nuestra realidad. Si podemos decir que sabemos o tenemos algo, es gracias a nuestros predecesores. Tanto lo ‘bueno’ como lo ‘malo’.


El empleo que le damos a esto, es producto de nuestra mente y nuestra preparación como seres humanos realizados. Algunos grandes seres, hombres y mujeres hicieron acopio de sus fuerzas y nos dejaron una herencia por la que trabajaron y lucharon muy duro. 

árbol fuera de su cerco

Por supuesto, los herederos de una gran fortuna pueden dilapidarla sin ningún miramiento si así lo desean, aunque sus parientes hayan dedicado toda su vida para entregarles algo valioso. 


Dependerá sin embargo, de su naturaleza moral y su creencia respecto a la carga emocional que esto haya supuesto en sus vidas.


¿Tenemos una responsabilidad de lo que hacemos con nuestras vidas, respecto a nuestros predecesores?


Dependerá de qué tipo de influencia hayan tenido éstos en nuestra vida. Nuestros principios surgirán como una reacción natural a todo lo que se ha impregnado en nosotros, tanto como positivo o negativo. 


La rebelión contra lo establecido y contra un sistema que consideramos caduco es una constante en la historia de la humanidad.


Todo criterio de actuación dependerá de algo que sujeta nuestros deseos, propósitos y principios: La CONCIENCIA.


Mientras no entendamos estos conglomerados, no sabremos sujetar nuestros deseos ni lo significativo que puede ser el aprender a domarlos.


Aunque de hecho, si reflexionamos un poco, nos daremos cuenta que siempre ha sucedido lo mismo. 


Recordemos aquél chiste que exponía a partir del diálogo de dos amigos:


-¿Qué opinas de la ignorancia y la indiferencia?

-Ni lo sé ni me importa.


Somos lo que somos y no lo somos por nosotros mismos. Nos guste o no, dependemos de un origen y de un entorno que nos condiciona. 


Tenemos un tramado interno y estamos inmersos en la información que circula a través de él.


Toda esta información es vital que sea cribada, diseccionada y explorada concienzudamente antes de que, sin darnos cuenta, nuestra fortaleza quede afectada por los elementos no deseados dentro de ella.


Al igual que un virus que entra en nuestro organismo, toda onda vibratoria que conmueve nuestro campo, nos activará con oleajes o tsunamis inimaginables que desatarán los deseos hacia un lado u otro.


¿Será que toda onda que existe hoy junto a nosotros puede vapulearnos y zarandearnos irremisiblemente hacia pensamientos y acciones que de otro modo jamás los hubiéramos realizado?


Se dice que los ejércitos de diferentes países se toman muy en serio armas de este tipo para el control de las masas y de las guerras. Estaría bien no tomarlo muy a la ligera.


El avance de la tecnología no se puede evitar, pero sí lo que hacemos con ella.

Que sea bueno o no, no dependerá de lo que somos, porque…

 

NO ES LO QUE SOMOS,

SI NO LO QUE HACEMOS,

CON LO QUE SOMOS.


Cuando estamos bien, nos adormecemos y el adversario logra un poder sobre nosotros. Cuando nos hallamos en necesidad, descubrimos fuerzas que desconocíamos hasta el momento.


Cuando nos creemos ‘libres y poderosos’, perdemos el tiempo y nos abandonamos. Esto es lo que ha sucedido con las civilizaciones de toda la humanidad. Sólo hay que mirar la historia.

Cuando tenemos límites, o sentimos una cierta fragilidad, cuando descubrimos un adversario o un obstáculo, tratamos de crecer y ampliar nuestros horizontes, reestructurarnos, romper nuestros límites, fortalecernos, nos aliamos con otros, cooperamos o desarrollamos inventos creativos que hasta el momento no se habían podido manifestar.


¿Cuál es, pues, el poder de los límites? EL DESEO.


Los límites de cualquier tipo nos provocan el deseo de salir de ellos, de expandirnos más allá de estos. 


¿Y qué es la vida, si no deseo absoluto de vivir?


Desde el ser más pequeño hasta el más grande lucha por su supervivencia y si se siente amenazado, desarrollará toda su potencialidad para evitar perder la vida.


Aún viviendo una vida miserable, todos, con alguna excepción, prefieren defender su vida antes que se la arrebaten.


Es un deseo intrínseco en toda vida, que no nos pertenece. Pertenece a la vida misma. Esta lucha por la supervivencia está sujeta al funcionamiento de la amígdala cerebral que cuando se siente amenazada, aunque esta amenaza no sea real, se activa. 


Cuando esto sucede, toma sangre de la parte anterior del cerebro y esto impide que nuestra capacidad de razonar, tomar decisiones, entender y comprender las cosas sea mucho más dificultosa. Nuestro sistema de ataque y huída está en ‘luz roja’ y ahora nuestro organismo ha de emplear toda su potencialidad en este proceso.


No es necesario que nadie nos amenace, sólo que nos permitamos creer que algo o alguien está haciéndolo, esta amígdala se pone en funcionamiento.


Una máquina o un robot funcionan así, responden automáticamente a unos programas preinstalados. Ahora dime: ¿Eres tú un robot?


Así que, volviendo a la pregunta inicial: 

¿Cuál es el sentido del deseo? 


¿No crees que es una buena pregunta para hacerse, por lo menos, en vacaciones?


Muchos filósofos y diferentes religiones han realizado extensos tratados y muchísimas obras desarrollando este tema. Valóralo en la medida que puedes disponer de ellos, así como de tu capacidad de razonar y meditar, además de disfrutar. ¿No crees?


Te dejo con estas reflexiones para que disfrutes, no sólo de tus deseos satisfechos (o no), sino también de su propósito y lo significantes que pueden ser para ti, si los entiendes en profundidad. 


Un refrescante saludo para los días calurosos de verano.





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