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La Magia verdadera existe y tú la produces constantemente.

Cuando te integras y te unificas a tu Propósito, generas una dirección o CAUSALIDAD y la perseverancia en él, va generando ‘casualidades’ que restablecen tu Camino.

Cuando era pequeño, igual que en muchos hogares de nuestra ciudad, tenía por costumbre, celebrar en casa los rituales propios de Navidad y Año nuevo.

 

Para mí, no tenían más sentido que el de seguir unos patrones implantados por mi familia y participar en un alborozo común. Era divertido gritar y reír sin más, beber cava y comer turrones, hacernos regalos y sucumbir a la hipnótica manifestación de un inconsciente colectivo donde se miraba la ‘tele’ y se cantaban villancicos.


No recuerdo bien cuando fue, que empecé a preguntarme el porqué de esas y muchas otras cosas y algo cambió en mi percepción de las tradiciones y los formulismos sociales.

A partir de ese momento, surgió una cierta incomodidad en cada ocasión que estaba en una experiencia de este tipo, cuyo sentido escapaba a mi elemental manera de ser.


Una vez, alguien de la familia, al verme un tanto taciturno, me indicó que no me preguntara tanto sobre el sentido de lo que hacíamos, si no que mirara lo importante que era el hacer todo aquello, juntos.


Lo miré con cara de pocos amigos y le respondí que si lo que nos juntaba una vez al año, era esa incongruencia sin sentido, donde unos ponían ‘verdes’ a los otros y sólo se hablaba de banalidades despotricando sobre lo mal que iban las cosas y nos dejábamos llevar por supercherías y supersticiones, yo no quería participar en ello.


Todavía era un adolescente. Tenía la rebeldía por bandera y creía que mis razones eran tan abrumadoras que no me importaba herir a quien fuera, con tal de dejar clara mi ‘verdad’.

La vida, es muy larga y a la vez muy corta. Eso lo entenderéis con el tiempo. Es una aparente contradicción que me permito, entre otras. La experiencia de la vida nos da estas incongruencias.

Alguien dijo en cierta ocasión: ‘Cuando todos piensan igual, es que NADIE PIENSA’.


Desde que mi familia se enteró de mis teorías, pasé a ser, para ellos, el niño ‘rarito’ que tiene ideas propias, en lugar de pasar por ‘lo normal’.


Estar juntos, es importante. Pero no sirve estar incómodos. Usar una excusa para encontrarnos, está bien, pero no voy a ir a una corrida de toros para ver a mi familia, aunque sea un ritual lleno de simbolismo.


No voy a extenderme sobre todas las mentiras que hay detrás de la ‘Navidad’ y los rituales supersticiosos que están construidos a su alrededor. Tampoco mencionaré el programa inconsciente instalado dentro de nuestra psique impulsando a todos al consumo desproporcionado. Todos tenemos muchas justificaciones y excusas para explicar lo que hacemos y así no sentirnos fatal por ello.


Sin embargo, voy a lanzar una idea para los que alguna vez habéis tenido esa sensación que estabais fuera del redil.


La superstición como define el diccionario, es una creencia que resulta contraria a la razón y ajena a la fe religiosa. El supersticioso cree que ciertos fenómenos disponen de una explicación mágica o mística.


Por ejemplo: “Pasar debajo de una escalera”, “Casarse o embarcarse el martes 13”, “Ver un gato negro”.

La superstición suele basarse en tradiciones populares que se transmiten de generación en generación. Esto quiere decir que, dentro de una comunidad, los ancestros que sostenían que algunas acciones (como contar con un amuleto o repetir ciertas palabras) favorecían la buena suerte o alejaban lo negativo, transmitieron dichas creencias a sus descendientes.


• Un gato negro que camina hacia una persona significa mala suerte. Esta es una superstición que emana de la idea establecida por la Santa Inquisición de que ese animal era una reencarnación del Diablo.


• Un cuadro que está colgado torcido que luego se cae supone mala suerte. En este caso, dicha idea es fruto de la creencia que existía en la Antigua Grecia y que decía que si sucedía eso con el retrato de un dirigente, este iba a morir en breve periodo de tiempo.


• Siete años de desgracias trae consigo romper un espejo. Esta superstición, por su parte, emana del hecho de que antiguamente se establecía a ese elemento como un elemento de adivinación y su rotura indicaba que algo iba a ir muy mal.

• Apagar las velas del cumpleaños de un soplido, supone un presagio de buena suerte y tiene su origen en la Edad Media.


La ciencia considera que ciertas disciplinas son supersticiones, como la astrología, el espiritismo o el tarot. Pero cuando decimos ‘ciencia’, nos estamos refiriendo a unos científicos y no a otros. Existe la ciencia esotérica y hay científicos que estudian con seriedad el concepto del ‘alma’, los mundos paralelos o el ‘doble cuántico’. La astrología bien entendida no es en absoluto una superchería, el tarot dentro del fundamento de la Cábala es una enseñanza muy profunda y el espiritismo dentro de unos marcos de honestidad, es una realidad para muchos.


Al creer en una superstición, la persona atribuye una relación causal entre los acontecimientos y una fuerza sobrenatural. Un supersticioso puede creer que un gato negro trae mala suerte y, si se cruza con un animal de este tipo en la calle, preferirá retroceder. 


Nada prueba, por supuesto, que los gatos negros tengan capacidad de incidir en el destino o en la fortuna. Por otra parte, si el supersticioso ve un gato negro y luego tropieza, atribuirá la caída a la presencia del felino, por más que haya tropezado porque la vereda estaba rota.


En la escuela, de pequeños no se nos enseñó ni se enseña, por supuesto, a crear CAUSALIDADES que atraigan las ‘casualidades’. No. Eso es ignominioso. La casualidad  solo es eso. El azar también.

Cuando te integras y te unificas a tu Propósito, generas una dirección o CAUSALIDAD y la perseverancia en él, va generando ‘casualidades’ que restablecen tu Camino.


Eso es Ciencia. Y si le queréis llamar Magia, también. 

Está comprobado y ratificado que la élite mundial ha utilizado desde siempre y utiliza condicionamientos de comprobada eficacia, simbologías y estrategias ritualísticas para el control de masas.


El símbolo es dentro del mundo arquetípico una función dentro de los parámetros energéticos a fin de condicionarlos y así poder materializar aquello que nos habíamos propuesto.


Si una superstición es comprendida dentro de nuestra psique, deja de ser superstición. Nuestra razón la asume, la integra y nos sirve, no al revés. No sirve de nada hacer algo que no entra dentro de nuestra comprensión, nos hará esclavos de este elemento externo que no comprendemos porque le atribuimos fuerzas extrañas fuera de nosotros.


La única fuerza extraña, somos nosotros mismos. No sabemos ni quiénes somos ni nuestra verdadera potencialidad.


Desde pequeños nos han enseñado a depender de esos paradigmas externos, que se supone que tienen la ‘verdad absoluta de nuestra existencia’. 


Estos son: la religión, la economía, la política y la ciencia y nos han vendido la idea de que ‘la magia’ es superstición. Porque la ‘magia’ es infantil y la hace Harry Potter, pero no tiene que ver nada con crear la propia Realidad. 


Hay estudios de Harvard que afirman que entre el 70 y el 90 % de las cosas que nos ocurren son ‘casualidad’, pero a nosotros se nos enseña que la casualidad es puro azar. En la India sin embargo todo lo que es ‘casualidad’ se supone que es una experiencia sagrada.


Cuando decimos a alguien que algo está ‘científicamente comprobado’, inmediatamente asociamos a aquello la convicción interna de que es ‘auténtico y verdadero’, pero hemos confundido una prueba de laboratorio con una categoría filosófica.


El sonido y la luz hace más de doce mil años que se sabe que son los elementos necesarios para construir nuestra realidad. Nos lo dicen los textos sagrados de todas las culturas y ahora la física cuántica cree haber descubierto la gallina de los huevos de oro.


La ciencia, como un niño, quiere acceder a la trascendencia del Ser, investigando y diseccionando las partes. Abren la cabeza, dividen el átomo, cambian un hígado, pero no explica todavía la constitución verdadera del ser, porque esto no lo puede explicar la ciencia.


Estos Paradigmas (religión, la economía, la política y la ciencia) nos sujetan a estas constreñidoras expresiones: ‘debo o no debo’, ‘tengo o no tengo’, ‘puedo o no puedo’, ‘sé o no sé’.


El conocimiento no es la Sabiduría. En las escuelas se educa en un conocimiento a adquirir más allá de nosotros. Nos induce a esforzarnos por aprender lo que no sabemos, llenándonos e instalándonos ‘programas de borrado’ y hacernos útiles para el sistema. 


¿Quién nos enseña a recordar lo que somos y a no olvidar lo que sabemos dentro de nosotros? 

Los parámetros que distinguen la causalidad interna no se enseñan. 


Sólo  a ser socialmente aceptados dentro de una maquinaria ‘aceptada’. 


No nos es permisible creer en  una realidad mayor que la que vemos, si no a ser  empujados por los conocimientos de la racionalidad del sistema. 


Pero la religión también nos ha clavado su aguijón induciéndonos un sumiso condicionamiento a un dios cruel, vengativo, celoso y con un ego extraordinariamente destructivo. 


La religión nos hace creer en una descerebrada fe en unos antiguos dioses, hambrientos de sangre, plagiados de los dioses de Babilonia y Egipto, donde se ofrendaban ritos de ‘sangre’ y donde aún hoy se ‘come y se bebe’ la sangre del dios. 


La ‘fiesta de los toros’ es un ritual antiquísimo de sangre. Si un dios manda matar a un hijo, como se le propuso a Abraham, o es que Abraham estaba enfermo o el enfermo era dios. Si alguien, hoy, dijera que dios le ha mandado sacrificar a su hijo, lo encerrarían en un psiquiátrico. 


Sólo hay que investigar un poco y nos damos cuenta de cómo somos arrastrados por donde ‘quieren’. Y con ‘buena fe’ algunos dicen que sólo es por estar juntos y hacer unos rituales que son ‘inocentes’. ¡Qué absurdo! 


No existe el ritual ‘inocente’. Cada ritual es conciencia pura. Y genera cambios. Nos condiciona y condicionamos el entorno. 


Y hasta que no seamos conscientes de esta Realidad, seremos esclavos de los paradigmas que representamos. 


Si nosotros no concienciamos, elegimos y determinamos nuestro propio paradigma, el paradigma externo nos domina. Si no dominamos la energía, la energía nos controla.


 Si no pensamos con el corazón, el pensamiento es frío y nos aparta de lo humano, si sólo nos dejamos llevar por el corazón, nuestro conocimiento también es parcial. Tantas locuras se hacen al dejarse llevar por el corazón, sin pensar.


El vientre es otra vertiente a integrar. También es una energía parcial y ha de ser comprendida. Muchos maestros han sucumbido a las fuerzas desarrolladas desde el vientre. Si esta fuerza no asciende al corazón, toda acción es vana. Si el arquitecto no supervisa la obra, los obreros trabajan en vano.


 En una verdad beatífica donde somos buenos, aborregados, tontos y buscadores de la salvación por miedo al ‘infierno’ que nos venden, nunca nos realizaremos en nuestro Propósito. 


Cuando otros, nos dicen que eliminando los deseos se puede evitar el sufrimiento, también podríamos decirles que si quitamos todo deseo de la vida, es decir tu deseo de vivir, dejarás de existir y por tanto nada te podrá afectar, porque te has hipnotizado, idiotizado o muerto.


Nuestros deseos, tus deseos y los míos, son IMPORTANTES. Y tienen que ver contigo y lo que tú eres, lo que YO SOY y lo que somos.

 No, como lo que algunos quieren, que es que, no seamos. Así nos convertimos sólo en lo que ellos desean, no en lo que ensoñamos de nosotros mismos. 


Los DESEOS te definen. Otra cosa es que has de comprender de dónde surgen y a dónde se dirigen. Cómo se manifiestan, cuál es su naturaleza verdadera y redescubrir su dirección auténtica y su manifestación en el plano material. 


En la actualidad, mucha gente combina creencias religiosas con supersticiones. Esto hace que un hombre católico pueda preferir no abrir un paraguas bajo techo ya que, más allá de su fe cristiana, considera que dicha acción traerá la desgracia.


Somos una síntesis contradictoria de muchos planos y matices, algunos retazos de nuestros padres, otros de los amigos o la escuela, de nuestra cultura o país, de nuestro tiempo, de tantas estructuras, influencias y condicionamientos que ni percibimos ni nos damos cuenta que existen y finalmente, de aquello que nos dejamos creer que somos, pensamos y sentimos, que es un 0,000001 de todo eso.


Yo te propongo un ritual de Abundancia para el Año nuevo y para tu vida entera. Te propongo abrir el Portal del día 31 de Diciembre de este año conscientemente, junto a otras personas que creemos en nuestro propio potencial, en la Fuerza de la CAUSALIDAD que genera ‘casualidades’. 


He oído muchas veces esta frase: ‘No creo en las casualidades’, pero nuestra existencia está llena de ellas y seguro que has tenido experiencias al respecto: “Pensaba en tal persona y me llamó, tuve una corazonada y sucedió. Soñé con una persona y la conocí”.


Se han escrito libros enteros de testimonios de gente que han tenido experiencias extraordinarias de ‘casualidades’ o sincronicidades. ¿Será por ‘casualidad’? 


Te invito a interesarte en la Ciencia de la Magia verdadera. A crear tu propia Realidad. A manifestar tu Propósito y a reclamar lo que te pertenece: Tu propia Abundancia. 


Trata de distinguir lo que es la verdadera abundancia y no prestes sólo atención al dinero. Ser abundante es mucho más que esto. 


No habrá cava, no se cantarán villancicos, no se comerán turrones y los regalos serán los de nuestra simple presencia. También puedes estar via Online.


Llama si DESEAS venir o informarte sobre el Ritual que haremos: 618 614 702. El Portal lo abrimos desde las 23 horas del 31 de Diciembre del 2021 hasta las 00’30 horas del 1 de Enero del 2022. Plazas limitadas. Aportación 10 euros. 


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